En mis tardes de incienso y café rancio, tardes que siempre me encuentran jugando con los girasoles en campos pintados por dedos sin orejas…. Hoy un girasol adopto tu imagen sin rostro y tu tinta me arrastro a estancias intermedias, espectrales, de contenido suficientes para mi completa existencia.
Mi mundo empírico se resquebraja y tiende a flirtear con el agnosticismo como simple excusa para poder aferrarme a sueños quiméricos.
Emulo a Sócrates y trato de garabatear filosofías inconclusas, beber el vino y degustar la uva sobre el manto verde, y como el sumergirme en caricias astrales.
Transcurre la tarde y el campo seca sus girasoles, inmerso en matices desequilibrados.
Todos salvo ese que intermitentemente florece y muere.
(Si sus manos hubieran tenido oídos te habría posado en óleos, perpetua y radiante).
Toc-Toc- (Platón toca a las puertas de Sócrates para dormir en su barbipungente faz)
Hay si sus manos no carecieran de oídos todo seria radical, y el óleo no seria pastel.
jueves, 10 de junio de 2010
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