de un universo sin sentido,
los mortales aullidos del silencio
se adentran en mi pecho confundido.
Aferrado a un sueño quimérico,
que espero comprender en otra vida
y transcurra por los ojos del que mira,
velando mi existencia incomprendida. Busco rostros de siempre,
encuentro miradas de nunca y así existo confundido,
en una noche sin espejos.
(*)Lo mismo.