y deja por un instante que la pluma, vibrante, risueña,
simbología pura del onírico divagante, garabateara dos...Tres líneas,
suficientes para enardecer la mente opaca, distante y devolverla a lo
irreal, a lo sublime, al sollozo de su verso intransigente, impúdico,
donde piel, cuero y pluma, histeriquean efluvios de sutil catarsis....
Desnuda piel del onírico divagante.